Sunday, August 31, 2014

Yo: amante ingenua y sentimental

En una playa muerta, en una plaza abajo herida por
    /la lluvia/ imposible traducir esto/
del Barrio del Pilar, en sus adentros se estremecen
los esqueletos de los árboles. Oscuros niños a quienes
viste la lluvia--su lejana madre--juegan a gato
     y bicicleta, /la lluvia/los charcos, la madre de Maleni/
y más allá abren calles, perspectivas desoladas:
edificios que son ataúdes de insomnio,
bares y más bares abiertos hasta la ahora
    improbable madrugada /ay, cómo me gustan tus ahoras/.
Me acogerán, es cierto, con sus voces de
   sol-y-sombra; pero yo /Alexandra/
desearía ser dos juntos a la barra. Y para conseguirlo
/con pantalones verde botella, ajustados/
te ofrezco, si los quieres, incendios de diamante:
asesinar los grandes almacenes,
apuñalar "SIMAGO" /o Macy's/ o pintar el cielo
/en bancarrota/
con letras fluorescentes el perfil de tu sexo,
la cifra de tu cuerpo
/de tu boca, Eduardo/.

¿No quieres, di, no quieres
asesinar conmigo cualquier noche?
/Sí, Eduardo/
Podrías embarcarte en explosiones tibias
de violeta grandioso, de rojo y rojo
en fuegos que impregnasen la lluvia con olor
limpio y claro a cordita; o rebuscar
/pólvora sin humo/
con gusto inmenso--juntas las puntas de
    nuestros cuchillos
--en el túnel de carne que abriremos
a cualquier vientre que se lo merezca
/a cualquier cerdo/.

Te ofrezco ahora mismo un castillo de muertes
(sin freno, justas, sabias)
/unstoppable tu gracia, Eduardo/
y hundirnos en la sangre y el dolor de otros;
ser ángeles o lobos (que los dos son lo mismo)
/somos feos/
Te ofrezco sin esfuerzo un genocidio tierno:
/como el pan Bimbo, sin corteza/
hundir el barrio entero, desecarlo
con fósforo encendido y dibujar
en el humo tu rostro con un lápiz de nafta
por avenidas muertas ya; abrir las compuertas
del espanto, y dejar salir las cobras,
azuzar nuevas bestias por las calles heladas,
y despoblar Madrid para vestirte
/salir a comparte una corbata nueva/
de sangre, entrañas y despojos calientes.

Pero si no te basta,
si la muerte de otros no colma tu ansiedad,
/te entran gases y te ahoga el viento/
y tu sueño presenta aristas al doblarse,
podemos emprender un nuevo viaje.
Hay
otra orilla, dicen, y en último barco
podemos llegar juntos
/de tu mano, Eduardo/
Y buscar y encontrar esos misteriosos
dulces de podredumbre que conoce el gusano;
fundirnos poco a poco con un magma de líquido tejido,
y perder esa cosa que somos
y que llamamos cuerpo.
Unirnos convertidos en muerte, ser la tierra,
sus humores, sus fiemos.
Y acabar en polvo
/pero polvo enamorado, Eduardo/.

Sobre "El amante ingenuo y sentimental" o /el que es mi poema favorito de Haro Ibars/ en Rojo (1985)